Editoriales Yorubas

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domingo, 31 de enero de 2010

Abúléko. Editorial #6 . La Muerte y la Religión Yorùbá.

Abúléko.

Editorial #6

La Muerte y la Religión Yorùbá.

Àbòrú, Àbòyé, Àbòsí

Okana Mejí:

La conciencia alcanza la realidad de la materia. Se asimila el ciclo de la muerte y el renacimiento.

Desde que el hombre es tal, la muerte ha sido objeto de temor y de ritualidad. El hombre, cuando desarrolló la mente simbólica, comenzó a tomar consciencia del significado de la muerte, y eso ocurrió hace mucho tiempo. Pero como tales, las primeras sepulturas datan del Neolítico, hace 10.000 años. En ese período de tiempo, a los muertos se les asegura una estancia estable y protegida; se tapiaban las grutas en las que el cuerpo era depositado bajo túmulos, dólmenes o monumentos funerarios que son, en cierto modo, los primeros cementerios.

Para la mayoría de las religiones, la muerte es un proceso inevitable y natural que forma parte de la vida. Y la religión Yorùbá no es la excepción. En lo Yorùbá, la muerte es vista como una etapa de renovación del hombre, un camino hacia el más allá, que es un lugar de tránsito. La mayoría de los creyentes de la diáspora Yoruba como la Santería y Candomble reconocen la transmigración; no retienen al difunto, sino que le autorizan a regresar a la tierra e iniciar un nuevo círculo vital.

Irosun Mejí:

Ifá enseña que la reencarnación (ATUNWA) ocurre frecuentemente dentro de la familia inmediata de un niño. La herencia ancestral hasta la herencia genética.

(Aquí algunos aportes sobre como nuestra religión a través de Ifá avala lo que llaman los Yorùbá Atunwa) (Proceso de reencarnación).

La muerte es en esencia la extinción del proceso homeostático, por ende el fin de la vida. Este sería la definición científica, ahora mística varia su contexto, se puede decir que la muerte, puede ser un fin de un ciclo de vida de un objeto animado o no animado, puede ser el final de la existencia de un pensamiento, un trabajo, un proceso espiritual, Etc. Lo dice también en un Odù de Ifá:

Òdí Mejí:

El Renacimiento. El nacimiento en forma física del ser humano. El renacer del alma en la tierra.

Ifá y Òrìsà dice: Muere y renace; del mismo modo que la luna desaparece del cielo y reaparece al ritmo de sus fases. La muerte y la vida son dos aspectos de una misma realidad. La vida brota de la muerte, como la pequeña planta, del grano que se descompone en el seno de la tierra, veamos al Òrìsà Osayin (Osain, Ozain) como el encargado a lo dicho anterior Òrìsà del la naturaleza en sí. Muchos antropólogos creen que los entierros dedicados de los Awó de Ifá y Òrìsà son evidencia de su creencia en la vida después de la muerte,

La fe en Dios Yorùbá y en la misericordia de sus leyes que nos guían y protegen, aunque no siempre podamos razonarlas, nos darán más serenidad y entrega para saber que la muerte es sólo el comienzo de otra vida más plena, donde nos reencontraremos, en algún momento, con quienes luchamos, vivimos y amamos, para seguir aprendiendo y progresando.

Una de las filosofías con la muerte en la religión Yorùbá de los hombres muere, pero no perecen, sino que de nuevo comienzan a vivir. La fuerza vital en indestructible, subsiste más allá de la muerte. Estamos sometidos a un constante proceso de transformación, todo cambia e inclusive puede ser destruido, pero siempre se conserva la fuerza vital a la cual debe su existencia; lo eterno, aquello que no puede desaparecer, pues una y otra vez vuelve a resurgir en forma distinta, se renueva y vuelve a nacer.

Ejiogbè:

El Ciclo de la Vida

Cada persona elige un destino antes de regresar a la tierra en el ciclo de la reencarnación (Atunwa).

En la Filosofía Yorùbá se aplica el siguiente proverbio que nos da una idea algo clara de lo que pudiera suceder después que cumplamos con la parte terrenal: "La Tierra es un Mercado y el Cielo es mi casa", de aquí que podamos deducir que el destino final de Orí es en Orùn de dónde se supone venimos todos.

Existe una historia dentro de los Odù de Ifá que habla de no temer a la muerte sino entenderla y aplicar a Ifá para cumplir nuestro destino u hospedaje en la tierra, en la cual nace el famoso Idé de Òrúnmìlà, que mucho confunde con que ese Idé es para prevenir la brujería, sino es para prevenir la muerte de un ser humano.

Ogbè Ofún:

Itán, Patakí (Historia)

El pueblo hablaba mal de Òrúnmìlà y le deseaba la muerte, pero Òrúnmìlà, que es adivino, se había visto la suerte en el tablero con sus dieciséis Ikines y había decidido que tenía que hacer una ceremonia de rogación con un ñame, y luego, con los pelos de la vianda, untarse la cara. Fue por eso que cuando Ikú (La muerte) vino por primera vez preguntando por Òrúnmìlà, él mismo le dijo que allí no vivía ningún Òrúnmìlà y la Muerte se fue.

Ikú estuvo averiguando por los alrededores y se dio cuenta de que Òrúnmìlà lo había engañado, por lo que regresó con cualquier pretexto, para observarlo de cerca, hasta tener la certeza de que se trataba del sujeto que estaba buscando para llevarse.

Òrúnmìlà, cuando la vio regresar, ni corto ni perezoso, la invitó a comer y le sirvió una gran cena con abundante bebida.

Tanto comió y bebió Ikú, que cuando hubo concluido se quedó dormida. Fue la oportunidad que aprovechó Òrúnmìlà para robarle la mandarria con que Ikú mataba a la gente.

Al despertar, Ikú notó que le faltaba la mandarria. Al pensar que sin este instrumento ella no era nadie, le imploró a Òrúnmìlà que se la devolviera.

Después de mucho llorar, Òrúnmìlà le dijo que se la devolvería si prometía que no mataría a ninguno de sus hijos, a menos que él lo autorizara. Desde entonces la Muerte se cuida mucho de llevarse al que tiene puesto un idé de Òrúnmìlà.

Conclusión: Es Òrúnmìlà quien decide quien muere o no muere, porque él sabe de nuestro destino en la tierra y el cielo.

Iré O.

Director de la revista.

Douglas Cárdenas

Fálérí Fálérè dúbèlà.

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